A pesar de que se dice que la falta de sueño puede provocar obesidad, presión arterial alta y una reducción en la expectativa de vida, un estudio revela que las personas con un nivel intelectual más alto tienden a ser más activos durante la noche.
Se descubrió que los individuos con mayor coeficiente que poseen una ocupación o ejercen una profesión con exigencia intelectual son más propensos a ser
noctámbulos; en tanto que aquellos con menor coeficiente tienden a restringir sus actividades al día, prefieren ir a la cama temprano y ser madrugadores.
noctámbulos; en tanto que aquellos con menor coeficiente tienden a restringir sus actividades al día, prefieren ir a la cama temprano y ser madrugadores.
Kanazawa consideró que nuestros ancestros eran -por lo general- diurnos, pero que un cambio hacia actividades nocturnas fue una nueva preferencia evolutiva, sobre todo en personas un poco más inteligentes. Ello se refleja en un mayor nivel de complejidad cognitiva y en un modo distinto de vivir.
No obstante, los individuos que se quedan despiertos hasta tarde serían menos fiables y más propensos a sufrir de depresión, adicciones y trastornos de la alimentación, a diferencia de los que se despiertan temprano, quienes serían relativamente más conscientes.
La investigación también pone de resalto que, en ciertos casos, las preferencias de sueño obedecen a factores genéticos. En el caso de los animales, las vacas duermen con los ojos abiertos, algunas aves pueden hacerlo durante el vuelo o de pie, los delfines lo hacen con la mitad del cerebro despierto y los murciélagos necesitan 19,9 horas de sueño cada 24 horas.
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